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La cuesta de enero… y de tu pelo

Cuidado del cabello

Mucho se habla de la cuesta de enero, pero poco de la del cabello, y eso que es uno de los grandes damnificados de fríos, lluvias y calefacciones. Te contamos por qué haciendo un escáner de lo que pasa por ahí adentro:

Para entenderlo, es preciso poner la cabeza (y nunca mejor dicho) en ‘mood’ científico. Porque tu melena de color rubio miel con vetas caramelo no sale por arte de magia de tu cuero cabelludo.

Asuntos internos

Empezamos desde la raíz, y además de manera literal. Y es que ahí, bajo la piel, se esconden los folículos pilosos, que se nutren… ¡atención!… del riego sanguíneo. Hasta ahí, todo bien, todo fetén.

Lo que ocurre en invierno es que, con el frío, la piel hace amago de pegarse al cuero cabelludo. Es un acto reflejo igual que la piel de gallina o cuando te encojes dentro del abrigo para guardar el calor.

La consecuencia de este gesto automático es que se produce una vasoconstricción (los vasos sanguíneos se hacen más finos). El efecto directo es que la alimentación de los bulbos se hace mucho menos eficaz.

Todos estos cambios invernales, además de la vasoconstricción, provocan también el desajuste de las glándulas sebáceas, lo que se traduce en un cabello mucho más deshidratado y difícil de gobernar.

La cutícula también sufre

Lo de la humedad en el cabello es una paradoja. Siempre decimos que lo que provoca el encrespamiento es la falta de hidratación, ¿verdad? Entonces, ¿por qué la humedad ambiental lo hincha de esa manera?

La razón es que si el cabello está seco, va a abrir sus cutículas para “beberse” la humedad ambiente, por lo que se infla como un pez globo para sobrevivir a la sequía.

Para rematar, los cambios intensos de temperatura, variando de ocasiones hasta en 20 ºC en un periquete, el viento, y la electricidad estática que provocan cuellos de abrigos y gorros no mejoran precisamente la situación.

¿Nuestras recomendaciones?

1. Masajea todas las noches. Esto es lo más importante. Hazlo con las yemas de los dedos como si quisieras “despegar” literalmente el cuero cabelludo del cráneo.

2. Hidrata, paradójicamente, más que en verano. Si sueles ponerte mascarilla una vez a la semana, doblar la dosis y hacerlo dos veces.

3. Evita cepillarlo en mojado.

4. Huye de las coletas tirantes y duerme con la melena suelta.

5. No apliques productos agresivos o de procedencia desconocida. Infórmate bien antes de saber qué te vas poner en el pelo.

6. Minimiza las herramientas de calor. Y si no puedes evitarlo, blíndalo con protectores térmicos.

7. Supleméntate desde el verano con nutricosmética rica en vitaminas del grupo B (la vitamina del cabello).

Y así hasta que llegue la primavera. No te olvides, además, de seguir las instrucciones de los productos acondicionadores en cuanto al tiempo de exposición, que no es aleatorio; le preceden ensayos clínicos.

Y de paso, ten en cuenta la cantidad justa de cosmético que debes utilizar. Te lo contábamos aquí.

Si no crees el efecto que todo esto tiene en tu melena, haz una de nuestras pruebas favoritas: la de la mitad de la cabeza. Aplica estos cuidados en la mitad de tu melena, y por favor, ¡cuéntanoslo!

Estaríamos encantadas de hacer un post solo dando voz a vuestros experimentos de mejora.

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