Cada mes número nueve es una nueva oportunidad para empezar de cero… o de uno, o de dos. Por más que el año empieza el 1 de enero, el otoño que atisba septiembre es el momento de los nuevos proyectos, de la ilusión de arrancar una vez más.
Septiembre viene del latín ‘september’ o ‘setembris’, con raíz ‘septem’: siete. Sencillamente porque en el calendario romano era el mes séptimo y, por cierto, también el mes de las uvas (el año comenzaba para ellos en marzo).
Tiene sentido que septiembre sea el arranque emocional del año, porque es cuando se obtienen y celebran las cosechas honrando a la tierra, a la lluvia, a las mareas, a la luna y al sol. Se recoge, se descansa, y se vuelve a sembrar.
En septiembre se abraza la reflexión. Venimos de parar, de pensar en modo ‘no pensar’, de saber si lo que estamos haciendo nos llena y no, de cómo fue la última cosecha y cómo mejorarla. De abordar el cambio… o no, la evolución… o no, el cambio de rumbo… o no.
Porque también es el momento de las segundas oportunidades, de las recuperaciones, de darnos ese voto de confianza a nosotras mismas.
Es el mes del aroma al nuevo ‘film’ para forrar los libros, el mismo olor de las muñecas, el mes de estrenar agenda, de las nuevas ‘apps’, de los rotuladores de colores, de soñar con el placer del ‘cocoon’ y caminar hacia la hibernación.
Es el descenso paulatino del termómetro, y el de la sorpresa de nuestro propio cuerpo pidiendo algo de frío para meterse en casa y verse todas las películas del mundo.
Sueña con tu propia reinvención
Pero sobre todo, es la mejor oportunidad para soñar con nuestra propia reinvención. Porque todo empieza siempre. No es un tópico: cada día que amanece es una oportunidad para hacerlo mejor.
Aprovecha el cambio de armario para donar lo que hace un tiempo que no utilizas. Sé honesta y honra todo eso que compraste y nunca estrenaste.
Da las gracias a todas esas piezas, como recomienda Marie Kondo. Porque todas tuvieron su misión: la de ilusionarte o hacerte soñar, aunque nunca les llegaras a quitar la etiqueta.
Y lo mismo con la casa: hay objetos que ya no vemos, pero en los que reparamos con la mirada fresca de la vuelta a casa. Aprovecha ese momento ‘oxígeno’ para deshacerte de lo que no te sume.
Y mírate al espejo. Observa y piensa si lo que ves está alineado con lo que quieres para este curso. ¿Por qué no te atreves también con nueva imagen, color de estreno o un corte un poco más atrevido?
Hazte un ‘moodboard’ en el que guardes todas las imágenes que te inspiran: cabello, ropa, paisajes, decoración, colores… Recorta todo lo que te resuene (sólo tú sabes reconocer ese ‘pellizco’), y pégalo allí.
Puedes hacerlo en un cuaderno o en el ordenador, y comprenderás de un simple vistazo de qué color y textura son tus sueños.
Y, por último, trae tu inspiración al salón de Ángela Navarro, y nosotras los haremos realidad.