En verano… ¿tú pecas?

una mujer con una aguja en el pelo.

Hoy hablamos de la diferentes manchas de la piel

Esta semana hemos considerado muy importante que sepas que tanto las simpáticas pecas como los lunares o las manchas que produce el consumo de sol sin protección son lesiones cutáneas. Sí, todas.

Y hoy te hablamos de ellas una a una para que durante este verano, la estación a la que más vulnerables son, las vigiles de cerca.

Todas tienen en común la misma causa:  la manera en la que se organizan tus melanocitos: las células encargadas de dar el tono característico a la piel. Si ellos no existieran, seríamos blancas nucleares.

Y todas empeoran con el sol. El hecho de que de pequeña te recordaran con mucho cariño con cuántas pecas habías vuelto de las vacaciones, hoy sería de visita al dermatólogo.

Te contamos cómo protegerte para que llegues a septiembre con la piel sana y lustrosa.

Pecas

Son pequeñitos acúmulos de pigmentación que se forman, sobre todo, en la zona alta de las mejillas y la nariz, y que se oscurecen, haciéndose más visibles, en verano. Afectan sobre todo a fototipos bajos (I y II), es decir, a pieles claras.

Aparecen por motivos genéticos u hormonales, pero el sol tiene una incidencia clara. La razón es que, en presencia del sol, la piel comienza a producir más melanina para protegerse.

Lunares o nevus

Es, ni más ni menos, una acumulación de melanocitos en un mínimo espacio de piel. Generalmente vienen de serie, es decir, son de nacimiento, pero se hacen visibles entre los 20 y los 40 años. Cada adulto tenemos de media de 10 a 40 lunares.

Sus zonas favoritas son aquellas que han estado expuestas al sol: escote, rostro, cuello, manos… Es muy importante revisarlos cada año, exactamente a la vuelta del verano por un dermatólogo, que llegará a valorar incluso aquellos a los que tú no tienes acceso (en la espalda o el cuello, por ejemplo).

Cualquier cambio en su fisonomía puede ser un signo de alarma (de hecho, los dermatólogos usan la regla del ABCD de los lunares para la detección del cáncer de piel.

A, de asimetría, B, de bordes (irregulares), C, de color no uniforme, D, de diámetro (atención a los mayores de 6 mm.), y E, de evolución (si el lunar ha cambiado en algo).

Manchas o léntigos

Las produce el sol y nada más que el sol, por eso inciden más en las zonas expuestas como rostro, escote y manos.

Tener pigmentación irregular es un factor de riesgo para los problemas en la piel como el melanoma, pero también lo son las quemaduras graves del sol y el número de quemaduras que nuestra piel acumula, ya que afectan a su ADN celular.

En España se diagnostican cada año unos 5.000 casos de melanoma. Y el 30% de ellos son lunares que ya existían.

No nos cansamos de decir que la piel tiene memoria. Si un año te quemaste, seguro que no lo vas a recordar, pero tu piel sí, y te va a traer el souvenir en la máquina del tiempo para corroborar la importancia de una buena protección.

Así que, más allá de preservar tu piel de las antiestéticas manchas para no tener que tratarlas a la vuelta del verano, también las protegerás de algo más serio. Y la clave es así de sencilla:

proteger, proteger, proteger.

Aquí te contamos más sobre cómo cuidar tu piel en verano.

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